No obstante, entre ellos hay quienes se ven obligados, por sus escasos recursos, a llevar una vida austera, y otros, con ingresos suficientes, pueden darse algunos lujos. Profesionales, empleados públicos, maestros, intelectuales, oficiales del ejército, dueños de talleres artesanales y comerciantes citadinos integran este grupo.

Además, en 1879, con el auge del cultivo del café, comenzó la demanda de técnicos que delimitaran las propiedades agrícolas, y más todavía durante el proceso de extinción de ejidos y de las comunidades indígenas. No obstante, hubo otras profesiones que empezaron a despuntar, como los médicos, contadores y humanistas, ampliándose así el tamaño de los sectores medios. Por supuesto que el proceso fue gradual, porque las oportunidades de empleo no estaban esperando, sobre todo para algunas profesiones.
Un buen número de integrantes de las capas medias surgieron gracias al desarrollo del mundo de los negocios. El desarrollo de las relaciones mercantiles y, en particular, la importación masiva de bienes manufacturados permitió que en las ciudades, especialmente en San Salvador, se desarrollara un fuerte sector de comerciantes. Esto hizo necesario un aumento sustancial del número de profesionales tales como economistas, contadores, notarios y abogados, todos los cuales, en términos generales, tenían un nivel de vida típico de la clase media. Con el crecimiento de la economía, el número de trabajadores urbanos (es decir, los artesanos) aumentó significativamente también, aunque muchos de ellos no pudieron competir con las manufacturas que empezaron a importarse masivamente desde Europa y Estados Unidos.
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