miércoles, 29 de junio de 2016

Cambios Económicos en El Salvador a partir del siglo XVIII

A continuación se analizará cómo los cambios económicos que se dieron en El Salvador a partir de1870,con el fomento de la agroexportación, produjeron los cambios sociales y políticos más dramáticos desde los tiempos de la Conquista española, trescientos cincuenta años antes.Estos cambios se han conocido como “reformas liberales”. Lo que tales reformas impulsaron con mucha fuerza, básicamente a fines del siglo XIX, fueron algunas medidas que ya venían planteándose a finales del siglo XVIII: separación entre Iglesia y Estado, secularización de la enseñanza y formación de trabajadores agrícolas propietarios de parcelas, entre otros aspectos. Al asumir una ideología liberal, es decir, la creencia en la separación de poderes, en la representación popular basada en el sufragio ciudadano, en la idea del “pueblo soberano”, en una economía de propietarios individuales, las elites políticas y económicas salvadoreñas buscaron construir una República agraria con modelos políticoculturales importados de las potencias que en ese momento reflejaban más aquellos ideales: Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos.

Sin embargo, como veremos a lo largo de este contenido, no solo estas elites o el Estado fueron los únicos protagonistas de la historia; también participaron otros actores, aceptando o resistiendo, impidiendo o no, como indígenas, campesinos, municipalidades, la Iglesia, etcétera; quienes, de alguna manera fueron
afectados por las decisiones de los otros. Justamente esta será una fuente potencial de muchos conflictos, sobre todo al buscarse cambios sin los debidos consensos.

Las bases económicas y sociales 
de la República agraria

En El Salvador, a fines del siglo XIX (1870-1900), 
el cambio económico más importante fue el desarrollo de nuevas actividades productivas en el área rural, tales como la minería y el cultivo de café. Estas actividades económicas fueron promovidas por personas de distintos sectores sociales, pero en especial por miembros de una elite emergente. Más que nada, estos nuevos empresarios y productores buscaban beneficiarse de las oportunidades que ofrecía la participación en los mercados de exportación y, también, de un mayor mercado interno. Esto podría lograrse siempre y cuando se introdujera o se aumentara la producción de productos como pieles, azúcar, café, plata, maíz y frijol.De estos productos, el café fue el de exportación de mayor crecimiento y el que más ganancias generó 
para los productores, beneficiadores y comerciantes.

Palacio Municipal de Santa Ana, construido con estilo clásico, 
un signo de la ciudad que surgiría con el auge del café. Tomado 
de: Historia de El Salvador. Tomo II. San Salvador: Ministerio de 
Educación, 1994.
Aunque el café se producía en pequeña escala desde antes de la Independencia, por varias razones no se expandió su producción sino hasta la década de 1860. En periódicos, como El Salvador Regenerado, de mayo de 1846, se afirmaba que dos fuentes de riqueza que preparaban “a los cuscatlecos dias mui venturosos” eran la minería y el café. “El café –afirmaba el editorial de dicho periódico- hace al presente la prosperidad de Costarica (...). 
El café puede también hacer la prosperidad de El Salvador porque tiene los mismos elementos, y aun posee ventajas superiores a Costarica”.

Algunos documentos de comienzos del siglo XIX mencionan la producción de café en pequeña escala por parte de los indios de occidente y de otros individuos que buscaban comenzar su producción en gran escala. Durante las décadas de 1870 y 1880, la producción continuó creciendo, pero con algunos reveses, pues uno de los problemas que los productores siempre enfrentaron fue el de las fluctuaciones en la demanda y el precio del café en los mercados internacionales. Ante esta eventualidad, el que logró el éxito fue aquel productor que se mantuvo constante, sorteando los malos tiempos y preparándose para el momento oportuno. Para muchos salvadoreños y salvadoreñas, el aumento en la producción de café y la producción comercial de otros productos agrícolas y la ganadería significó un mayor acceso a los bienes de primera necesidad y hasta un aumento en el nivel de consumo de bienes importados o manufacturas locales. Para otros, un grupo más reducido de productores y comerciantes, su participación en la producción de café, azúcar y ganado significó alcanzar cierta riqueza, mientras que algunos otros productores, especialmente los más pequeños, siempre corrían el riesgo de perder sus propiedades por deudas que no podían pagar.
A los sectores más acaudalados, la economía comercial les permitió utilizar la tierra y el trabajo de la población campesina para engrandecer constantemente sus riquezas. Asimismo, su consumo de
productos importados aumentaba, como también sus facilidades para viajar a otros países y enviar a sus hijos e hijas a estudiar fuera de El Salvador. Por supuesto que no todos los empresarios, inversionistas o especuladores de fines del siglo XIX lograron convertirse en acaudalados capitalistas; muchos perdieron, al igual que otros de menos recursos, en el juego del mercado.
Es particularmente notorio que pocas familias supieron sobreponerse y agudizar el tino emprendedor para aprovechar las oportunidades de esos tiempos. Lo cierto es que la acumulación lograda al final del siglo fue importante para afrontar los nuevos retos que lanzaría el siglo venidero.