martes, 5 de julio de 2016

La producción del café: aspectos técnicos y financieros

No fue suficiente, por supuesto, que haya habido una demanda en el mercado mundial para que el “grano de oro” se impusiera por encima de todos los otros productos de exportación de El Salvador. Para establecer una producción cafetalera de cualquier tamaño, un factor determinante fue la obtención de tierras de suficiente altura y fertilidad como para permitir el crecimiento y la productividad óptimos del árbol de café. A mediados del siglo XIX, El Salvador tenía muchas tierras adecuadas para el café, pero la mayor parte de estas nunca habían sido explotadas, excepto para la extracción de maderas y la caza de animales.
Antes de que fueran utilizadas para el café, muchas de estas tierras altas del occidente, centro y oriente del país estaban cubiertas de bosques de distintos tipos. Los empresarios o agricultores que quisieran establecer una finca de café primero tenían que preparar el terreno para la siembra de las plantitas, que previamente habían sido atendidas en semilleros. Parte de esa preparación consistía en despejar los suelos mediante la tala de algunos árboles, dejando en pie otra cantidad considerable que se conservaba para dar sombra a los cafetales.

Los productores también tenían que asegurar suficiente mano de obra para cuidar los árboles y limpiar los cafetales regularmente. Cuando los árboles comenzaban a producir granos de café, a los cinco o seis años de haber sido sembrados, el productor tenía que obtener suficiente mano de obra durante los meses de cosecha (generalmente de diciembre a febrero) para recoger todo el café y hacerlo llegar a los comerciantes o beneficiadores.
Esta mano de obra podía provenir de los propios miembros de la familia del productor o de trabajadores a quienes se les pagaba de acuerdo con el peso del grano que recogieran. En esta labor participaban adultos y niños de ambos sexos, pero en especial figuraban las mujeres y muchos trabajadores de la vecina República de Guatemala que venían a trabajar a El Salvador por unos meses al año. Además del cultivo propiamente dicho, la producción de café incluía una fase industrial mediante la cual se despulpaba la semilla y se secaba para que quedara solamente el grano. Al principio, durante los años de 1860 a 1880, no se usaba maquinaria compleja para este proceso. Existían unas máquinas pequeñas para despulpar y secar, algunas de las cuales fueron inventadas en El Salvador. A medida que la producción de café se expandió, algunos de los productores y comerciantes invirtieron en la compra de maquinaria más compleja, casi siempre de fabricación inglesa o norteamericana. Con esto, los beneficiadores lograban una mayor ganancia al comprar el grano sin procesar de muchos productores, ya fueran estos campesinos pequeños, medianos o agricultores mayores.

Para iniciar los trabajos del ciclo agrícola, muchos de los productores de café a menudo se endeudaban con los comerciantes, beneficiadores o exportadores. Comprometían la próxima cosecha para pagar el préstamo. Si el precio del café subía, el productor lograba cancelar el préstamo sin problema; pero si el precio bajaba, no podía hacerlo. Si estas deudas se acumulaban, los productores podían terminar perdiendo sus tierras a manos de sus acreedores. Esto dificultaba especialmente la participación de los pequeños propietarios en la producción cafetalera, pues, como no existían bancos que les prestara dinero, casi siempre tenían que depender de comerciantes o terratenientes grandes que cobraban tasas de interés de hasta el 2% mensual.

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